Acceso Ruta Provincial 24 - Parque Industrial
info@dima.com.ar
Por Ing. Fernando Ramos
La actividad frigorífica en nuestra región atraviesa un período de fuerte reconfiguración. En una zona históricamente ganadera, donde la cadena cárnica forma parte central del entramado productivo, los frigoríficos locales enfrentan desafíos que combinan factores internos —costos, demanda, estructura productiva— con condiciones externas, como las oscilaciones del comercio internacional y la competitividad cambiaria. Aun así, comienzan a aparecer espacios para la reactivación y el agregado de valor regional.
Durante el último año, la faena nacional presentó una contracción moderada, reflejada también en los establecimientos del sudoeste bonaerense. Si bien el volumen procesado disminuyó, el peso promedio de los animales faenados creció, lo que permitió mantener una producción relativamente estable en términos de toneladas. En la región, donde predominan sistemas ganaderos mixtos, los frigoríficos continúan recibiendo hacienda de vientres y novillos de zonas como Coronel Suárez, Saavedra, Pigüé, Tornquist, Bahía Blanca, Dorrego y alrededores. La menor oferta de vacas destinadas a descarte —producto de ajustes en los rodeos— también impactó en la cantidad general de cabezas procesadas.
La industria exportadora vive un contexto desafiante. La entrada de divisas se redujo respecto a años anteriores y muchos frigoríficos del país —incluyendo plantas de la provincia de Buenos Aires— enfrentan presión por costos crecientes, márgenes acotados y un mercado internacional más selectivo. Para las empresas ubicadas en el sudoeste bonaerense, la distancia relativa a los grandes centros urbanos y portuarios implica mayores costos logísticos. La competitividad depende, cada vez más, del acceso a mercados de alto valor y de la capacidad de ofrecer cortes diferenciados. En este punto, varios establecimientos de la provincia están trabajando para ampliar habilitaciones sanitarias y llegar a destinos como China, Israel y países del Sudeste Asiático.
En los últimos meses, algunas localidades del interior bonaerense registraron la reactivación de plantas pequeñas y medianas, impulsadas por programas provinciales, iniciativas cooperativas y capitales privados. Estas reaperturas se traducen en empleo directo para zonas rurales y sirven como puntos estratégicos para faena local, desposte y abastecimiento del mercado interno. En localidades como Huanguelén, Cabildo y otras áreas del oeste y sudoeste, las inversiones recientes incluyen mejoras en cámaras de frío, adecuación sanitaria y modernización de sistemas de rieles. Si bien el volumen de procesamiento de estas plantas es menor que el de las grandes firmas, cumplen un rol fundamental para pequeños y medianos productores, que pueden reducir costos de transporte y acceder a servicios cercanos.
El consumo doméstico de carne bovina se ha visto afectado por la pérdida de poder adquisitivo en amplios sectores. Para los frigoríficos del interior, esto genera una presión adicional: deben sostener niveles de actividad mientras el mercado interno demanda menos volumen y se vuelve más sensible a los precios. No obstante, la región mantiene una estructura de consumo relativamente sólida gracias a la presencia de cooperativas, cadenas comerciales regionales y carnicerías tradicionales que priorizan mercadería local. Este segmento continúa siendo un sostén importante para frigoríficos que no están plenamente integrados al circuito exportador.
Nuestra región tiene una característica distintiva: combina zonas agrícolas de alto rendimiento con cuencas ganaderas consolidadas. Esta realidad se convierte en una ventaja para la cadena cárnica, pero también genera tensiones logísticas:
A pesar de la coyuntura, existen oportunidades reales para el sector:
Diversificación de mercados. La apertura o ampliación de habilitaciones para países de alto consumo y buena paga permite proyectar cortes premium y productos con certificaciones especiales.
Revalorización de la producción regional. El sudoeste bonaerense posee una identidad ganadera que puede transformarse en marca territorial, destacando calidad de carne, bienestar animal y trazabilidad.
Expansión de frigoríficos medianos. El crecimiento de plantas regionales puede fortalecer cadenas cortas y darle mayor independencia a los productores.
Mejoras tecnológicas. La automatización del desposte, la eficiencia energética en cámaras y la digitalización de la cadena son estrategias que algunos establecimientos ya están explorando.
A modo de conclusión, podemos afirmar que la industria frigorífica del sudoeste bonaerense se encuentra en un punto de inflexión. Aunque enfrenta un escenario complejo —con menor volumen de exportación, costos elevados y un consumo interno frágil— también dispone de bases sólidas: una región con tradición ganadera, una creciente integración entre productores y plantas de faena, y nuevas oportunidades de diversificación.
Si las inversiones continúan y la región logra posicionar su carne con valor agregado, el sudoeste bonaerense puede convertirse en un polo frigorífico dinámico, capaz de sostener empleo rural, impulsar exportaciones y fortalecer una economía local que tiene a la cadena cárnica como uno de sus pilares históricos.
Fuente: Noticias Monte Hermoso
Te puede interesar →
Economía » El Servicio Veterinario y de Salud Animal de Israel (Ivsah, por sus siglas en inglés) envió al Servicio Nacional de […]
LeerAgricultura » El 9 de marzo estará disponible un nuevo concepto donde todo el año se podrá encontrar información, herramientas y servicios […]
LeerGanadería » El pastoreo rotativo intensivo es una estrategia de manejo ganadero que presenta múltiples ventajas, especialmente en regiones como el sudoeste […]
Leer